me mostró las frías esferas
ocultas tras impasibles párpados de hormigón.
Entre eructos de persianas sorprendidas
y quejidos de postigos agazapados,
se tendían los bostezos al sol.
Aún las calles eran ecos,
los parques palpitantes recuerdos
de risas, carreras y balón.
Ni un canto de nubes nuevas,
ni susurros de hojas descosidas.
En fuga pesadillas sin decir adiós.
La ciudad devoraba el horizonte,
perpétua monotonía moldeadora
de aroma, cadencia y color.
Tus ojos renovados, ávidos y fugaces
se abrieron con una estocada de luz,
abrazo de saeta matutina
que, fecunda, penetró tu balcón.
Acratas cabellos enraizando en tu almohada.
Tu piel, promesa de prohibida seda,
abarcador continente de mi corazón.
Nunca el despertar tuvo una sonrisa tan bella
en el amanecer de un azul desaliñado.
...Pero allí no estaba yo.
Manolo Benages
ES CASI UN CUADRO, CON ESAS IMAGENES TAN BIEN DESCRITAS. y EL VERSO FINAL ES UNA PASADA, EL COLOFÓN, EL RESUMEN, EL PORQUÉ DE TODO EL POEMA...
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