Mis espejos de papel

Los espejos siempre han tenido algo de mágicos: te dicen quién es la más guapa del reino, te introducen en un mundo paralelo o no te devuelven el reflejo si eres un vampiro. Pero los espejos, en realidad, no poseen magia, ni sentimientos, ni siquiera imágenes. Somos nosotros, los que nos asomamos a ellos, quienes lo hacemos cargados de imágenes, de sentimientos y de magia. Cada uno de nosotros tenemos el poder de ver en un espejo lo que deseamos ver. El decepcionado que lo rompe, sólo desea romper su cara; el narcisista que lo besa es a sí mismo a quien besa..
... Pero hay unos espejos que sí que tienen magia, sabiduría, sentimientos, historia e historias: los espejos de papel.
Esos papeles repletos de letras en las que podemos ver reflejadas todas las imágenes del universo, de ahora y de todos los tiempos. Esos espejos de papel en los que nos vemos tal y como somos, como fuimos, como podríamos ser, como nos gustaría ser...
Esos espejos de papel en los que cabe todo lo bueno y malo de la humanidad, todos los monstruos y los ángeles de la historia: lo más sublime y lo más rastrero, lo más antiguo y lo aún no nacido... Solamente hay una cosa, y sólo una, que no pueden reflejar esos espejos: la ignorancia.
Mi casa está llena de libros. Mi casa es la casa de los espejos... los espejos de papel

viernes, 4 de noviembre de 2011

ATARDECE

Atardece.
En el horizonte, tras las montañas,
florece un cielo de ciruela
y sube un ténue hálito de escarcha
desde el mismo centro de las piedras.
Apetece un café,
o un libro, o una mujer,
o una quimera.
Algo que te caliente las manos
y te entibie el corazón
rígido sobre el angulo recto de las nubes,
tenso en la esquina de una esfera.

Bramará mañana el viento
auyentando quizá esta niebla.
Amanecerá y cuando abra los ojos
no estarás aún a mi lado,
pero tal vez sí un poco más cerca.

Manolo  Benages

2 comentarios:

  1. Muy tuyo, Manolo, muy bueno. Me gustó sobre todo lo de "florece un cielo de ciruela" y luego anuncias que "bramara mañana el viento", muy visual, lo imagino.

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  2. Tiene mucha musicalidad. Sin querer, las palabras te van marcando su ritmo al leerlo. Casi una partitura

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